Tatuajes de Martini (cóctel)
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El Dry Martini es como los spaghetti. Todo el mundo piensa que prepara los mejores del mundo. De hecho, dicen que Buñuel llegó una vez al Oyster bar del Hotel Plaza, en Nueva York, uno de los templos del Martini en el mundo, y pidió el Dry de la casa. Al probarlo, felicitó efusivamente al barman y le comentó: "Éste es el segundo mejor Martini de la tierra." El hombre, muy serio, se abrió la chaqueta del esmoquin y dejó ver una chapa en la que se podía leer: "Porque sin duda el primero es el que hago yo."
La historia
Empujas la robusta puerta de madera noble y te encuentras de frente con un selecto grupo de personas ebrias y elegantes. Se dejan caer aquí y allá, fieles al esmoquin y a la pitillera, mientras sostienen indolentemente una copa de Dry Martini.
En la barra, Martini di Arma di Taggia, el barman neoyorquino al que, allá por 1910, se le ocurrió aromatizar con vermut muy seco una ginebra no menos seca y agitarlo todo con hielo, también seco, para servir su combinado en esa encantadora copa de cóctel que parece un paraguas al revés. La leyenda agitada pero no revuelta va atravesando como una bala de plata las gargantas más cotizadas.
Rockefeller, Churchill y Hemingway la degustan en un rincón, al tiempo que Marlene Dietrich le asegura a este último que sólo escoge amantes que beban Dry. En otro, Roosevelt se la hace probar a Stalin, que después de beberla dice que "enfría más que otra cosa", y Nikita Kruschev, que está en la mesa de al lado, lo desmiente y decide que el Martini es "la más letal de las armas estadounidenses". Más allá, Humphrey Bogart, consciente de que este combinado va a ser su perdición, se lamenta de que jamás debió cambiar el whisky escocés por los martinis. Buñuel lo escucha cómplice, quizá pensando que debería destinarle a su bebida predilecta un par de páginas en sus memorias. En la parte más reservada y oscura del local, Dorothy Parker le confiesa a un caballero que un Dry Martini la manda al paraíso, dos debajo de la mesa y tres debajo de su acompañante. Tragando saliva, el hombre piensa que debe ser cierto eso que dicen de que ninguna virginidad resiste tres Dry Martinis.
Abandonas el local con desgana, porque fuera hace frío. El calor vuelve cuando recuerdas que, afortunadamente, la leyenda del cóctel casi perfecto continúa viva en cualquier barra.
La receta
5/6 de ginebra Gordon's
1/6 de vermut Noilly Prat
Hielo
Colocar siete cubitos de hielo bien seco en un vaso mezclador. Añadir la ginebra y después el vermut. Remover suavemente de derecha a izquierda. Servir en copa de cóctel con una aceituna sevillana con hueso pinchada con un palillo.