Érica Chun Li – El viaje fantástico
Una artista argentina que nutre su estilo New School con graffiti y arte callejero.
Publicada originalmente en Tattoo Dixit.
Tatuajes, tatuajes, tatuajes. Así se puede resumir un día en la vida de Érica González (alias Érica Chun Li), responsable del estudio CHUN LI Tattoo, en Rosario, Argentina.
“Me despierto y me voy a dormir pensando en tatuajes o en algún trabajo que estoy por hacer. Para mí es algo que implica dedicación, pasión. Un estilo de vida”, resume esta tatuadora nacida en Bahía Blanca.
Durante la charla con Érica se percibe ese estado de permanente búsqueda, ya que presta atención y se nutre de los estímulos que la rodean, tanto de conversaciones (propias y ajenas), como de escenas de la vida urbana. Su trabajo se inscribe en el estilo New School, con imágenes tipo cartoon o caricaturas.
Los diseños alternan personajes y situaciones de ternura, fantasía, mascotas, pandillas, ingenuidad y terror. O combinaciones inquietantes de todos esos elementos.
Estas creaciones abren las puertas de un mundo fascinante, que rompe con los estilos más tradicionales. Ya sea por el uso del color, la expresividad detallada o la convivencia explosiva de elementos y contextos, sus tatuajes impactan y atrapan.
Son como un paseo por un parque de diversiones ubicado en alguna dimensión de fantasía, que modula su atmósfera a base de psicotrópicos, algodón de azúcar y hip hop.
Las piezas contundentes que nacen de la mente y el corazón de Érica representan secuencias dinámicas más que escenas fijas, un rasgo distintivo de su trabajo. Y cada detalle aporta o enfatiza un capítulo de la historia que busca contar.
Para lograrlo, esas creaciones necesitan extensas superficies de piel: “Me gusta desarrollar piezas grandes como mediamangas, mangas, espaldas, o piernas enteras”. Por eso el espacio resulta fundamental para poder incluir elementos que interactúen entre sí y con otros dibujos, en línea con la anatomía de la persona.
“Recurro a distintos planos y trabajo con la perspectiva para que se entienda la historia. Pero a veces es difícil explicárselo al cliente, porque implica diseccionar su idea original”.
Las reacciones ante esta aclaración pueden ser variadas. Algunos acceden porque les encanta la propuesta a pesar de considerarlo una locura. Pero a otros les parece demasiado y lo descartan.
Acerca de esta relación con el cliente, Érica destaca que lo ideal es “establecer un vínculo de confianza, para que entienda cómo trabajás. Te está entregando una porción de su piel, de su cuerpo, así que está bueno saber contenerlo”.
Para lograr ese acercamiento, en CHUN LI Tattoo comparten información y conocimiento (referencias de internet y distintas redes sociales), para despejar dudas y ampliar las opciones del cliente. “La idea es acercarle una propuesta artística, no venderle el tatuaje y nada más”, aclara Érica.
En este sentido, celebra que actualmente “haya mayor aceptación del tatuaje, porque así la gente se anima y uno puede ir un poco más allá con la propuesta. Siempre y cuando la idea tenga mucha información y merezca más espacio”.
El estilo distintivo que construyó Érica es fruto de un proceso de crecimiento gracias al estudio, la curiosidad y la práctica. “Desde chica tuve inquietud y motivación para dibujar todo el tiempo”, recuerda.
Y esta voluntad de exploración la llevó por el camino de las artes plásticas, el dibujo animado y la ilustración (editorial y web), todas disciplinas identificables en sus trabajos.
Pero más allá de las fuentes de inspiración y las herramientas técnicas que fue incorporando, la carrera artística de Érica está marcada por una actividad paralela al tatuaje que además moviliza su vida cotidiana: el graffiti. “Es lo que más me despeja. Me identifiqué mucho con esa expresión y su ambiente, ya que genera un encuentro permanente con otras personas”, asegura.
Valora el espíritu colectivo del graffiti, representado en las intervenciones y proyectos a cargo de grupos o crews de grafiteros, dibujantes y artistas callejeros.
“El graffiti mucho más abierto que el tatuaje. Te permite trabajar en conjunto, generando interacción e intercambio con el otro para llegar al mismo resultado. Pero también es más efímero, porque una pared te la pueden tapar al día siguiente que la pintaste”.
El tatuaje y el graffiti son dos fuerzas determinantes en la vida de Érica. Y su mérito es saber hacerlas convivir para que su arte se nutra de las cualidades creadoras y disruptivas que surgen de ellas.
El New School es un desprendimiento del graffiti de los 80. Por este motivo, en sus tatuajes Érica encuentra “puntos de contacto a nivel técnico, como el esfumado, el color o el tratamiento. Con colores vivos, contrastados y sombras explotadas”.
Esta evolución permanente demuestra que Érica ha recorrido un largo camino para llegar a lo que vive hoy. Para ella es una cosecha involuntaria, basada en el estudio, el trabajo y los nuevos proyectos. Y más allá de la actividad profesional, los reconocimientos o los viajes, lo resume en lo más significativo: “Que una persona se haga una pierna o una espalda conmigo me hace feliz”.
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